El cuerpo, como los libros sagrados, atesora toda la historia, el principio del principio, el final, cada huella del cuerpo contiene padres, nombres, historias que se encadenan en otras y otras. Cada marca, surco, rincón o valle emparentad...os entre sí pueden leerse de mil maneras. Paraíso e infierno se tocan en una rodilla, en un latido, en una boca, así los odios y los amores, los castigos y los perdones van quedando grabados.
Elina Matoso.
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